lunes, 12 de octubre de 2009

Una semilla

Nuestra amistad comenzó siendo una pequeña semilla, débil, comprimida, algo que pasaba desapercibido... Cuando encontró un lugar donde crecer, se aferro a él, puso sus raíces y ahí se quedó… Con el tiempo, comenzó a crecer cada vez más y más, comenzaron a salirle hojitas y ya nadie la pasaba por arriba. Es más, ahora era regada todos los días… Y con el tiempo crecía y crecía... Luego de un corto lapso, ya era un árbol, con tallo, ramas y hojas… Ya tenía su forma definida y en poco tiempo, se iba a complicar extraerlo con sus raíces. Nuestra amistad ya estaba formada, ya se había desarrollado y había llegado a su auge… Era increíble ver como de esa pequeña semilla, algo que parecía insignificante, se transformó en algo sorprendente. Y pensar que todo comenzó hace dos años y unos meses, y al poco tiempo, no me preguntes como ni porque, te tomé un afecto increíble. Más de seguro, es por tu personalidad. Tenés una forma de ser muy especial, muy dulce que no te das una idea la tranquilidad, la calma que le brindás a la gente que te rodea. Al poco tiempo que nos conocimos, al poco tiempo que hablamos, encontré en vos una persona en la cual podía depositar toda mi confianza, y así fue. No recuerdo que en mi mente haya pasado la más mínima duda o desconfianza sobre vos, sólo sé que en poco tiempo, ya sabías gran parte de mis cosas... Y fue así, el tiempo pasó, y a cada momento, la confianza crecía... Y en un lapso tan pequeño de tiempo, ya éramos grandes amigos. La verdad que no me alcanzan las palabras para describir lo mucho que sos para mí, ni el afecto que te tengo ni lo agradecida que estoy con vos. Agradezco enteramente haber tenido la oportunidad de conocerte. Te amo demasiado

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