Un poco de admiración, un poco de envidia. Otro de amor y respeto.
Ganas de que por arte de magia o telepatía, un gramo de su esencia te roce.
Una falsa idea de haber respirado el mismo aire, de haber caminado por el mismo lugar.
Uno sabe que no es real, que no sucedió y no va a suceder, pero prefiere elegir lo contrario.
No es mentirse, es querer creer en los milagros, en las señales, en las no-coincidencias.
¿Y en qué cambia eso? ¿En qué lo cambia a uno?
En nada.
E igual preferimos hacerlo.
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