domingo, 30 de mayo de 2010

Sentado en el mismo café, en la misma mesa y en la misma silla como todos los días desde hace tres años, soñás. Te imaginás tu mundo, tu vida perfecta. Años atrás soñabas conmigo. Soñabas con vernos juntos pero la vida y los años pasaron, y hoy nada es igual. Para bien o para mal, así son las cosas y por supuesto, por algo pasan. Pero hoy, soñás con otra persona, ¿por qué será? Quizás las cosas no fueron como las esperábamos, quizás yo no fui lo que esperabas. Quizás no nos dimos tiempo o no estábamos listos. Hoy cuando entrás a ese café, dejás tu bolso en una silla y el abrigo en el respaldo, te sentás y esperás..... esperás que gentilmente un mozo se acerque y te diga: Señor, ¿qué quiere tomar? o quizás esperás que la vida borre aquellos sentimientos que quedaron grabados. Aquellos rastros que algunos días te despiertan confusión, miedo, duda.... ¿qué hacer con ellos? ¿dónde guardarlos para que no salgan a la luz? Es en ese momento donde no podés huír de lo que sentís, te encontrás sin salida. Esos minutos que esperás a que traigan tu café, esos minutos bastan para que tu cabeza y tu corazón te jueguen una mala pasada, bastan para que reaparezcan esas ideas que día a día querés ocultar. Y yo sigo preguntándome, ¿por qué? ¿por orgullo, rencor, miedo? El pasado es así, no podés ir sobre tus huellas y borrarlas. Tenés que entender que tu presente, es consecuencia de tu pasado. Y como siempre, la historia revive dentro de un café......

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